20 Nov Iluminación de museos
La iluminación de museos es imprescindible para poder ver las obras de arte; sin embargo, ésta deteriora la materialidad de algunos objetos. Este riesgo plantea la necesidad de lograr el equilibrio entre la adecuada visualización de las obras expuestas y la minimización del daño generado por la luz. En la práctica, esto implica considerar las necesidades y características de los objetos, ya que la sensibilidad a la luz y los requerimientos de visualización son variables. Asimismo, es preciso considerar que muchos museos cuentan con una iluminación variable y deficientemente controlada.
Tabla de contenidos
Radiación ultravioleta e infrarroja en la iluminación de museos
A menudo escuchamos en los museos la expresión “la luz contiene radiación ultravioleta e infrarroja”. Esta afirmación es incorrecta y puede crear confusiones innecesarias sobre la iluminación del museo. La luz, por definición, es la franja de radiación a la cual nuestro ojo es sensible (370nm-780nm). La radiación ultravioleta (UV) y la infrarroja (IR) no son visibles, y se ubican en ambos extremos de la franja visible (ultra significa por sobre, infra significa por debajo). Al usar un lenguaje informal el término radiación es omitido, por lo que se habla de ultravioleta e infrarrojo.
Los distintos daños producidos por la radiación UV, la luz visible y la radiación IR, son causados por sus diferentes energías fotónicas. La reacción fotoquímica que provoca la desintegración de los materiales y la producción de subproductos amarillentos propios de la exposición a la radiación UV requiere de energías mayores a 3 eV; mientras que la reacción fotoquímica que produce la decoloración de los colorantes, tal como el funcionamiento de nuestra retina, sucede en un rango entre 2 eV y 3 eV.
Medición de la luz y su exposición
El término “iluminancia” es utilizado para caracterizar la cantidad de luz que incide en una superficie, sin embargo, en la literatura museológica se utilizan conceptos informales tales como “intensidad de la luz” o “nivel de lux” (la unidad es lux, tanto en singular como en plural, la expresión luxes es errónea). Muchas son las empresas que fabrican medidores de luz, denominados también luxómetros. Algunos de éstos han sido especialmente diseñados para la iluminación de museos, por lo que incluyen medición de radiación UV, e incluso de HR y de temperatura.
Medición de la radiación IR.
No existen convenciones o instrumentos comúnmente utilizados para medir la radiación IR en la iluminación de museos, ya que ésta no es tan dañina para las colecciones como lo son la radiación UV y la luz visible. Las temperaturas de habitabilidad que se usan en los museos no son dañinas para las obras de arte.
La exposición total o dosis de luz sobre una superficie, es el producto de la intensidad de luz (lux) y el tiempo (horas). En los museos, la unidad práctica es millones de lux por horas; abreviado como Mlx/h y pronunciado como “megalux horas”.
Medición de la radiación UV y su exposición
Más que la medición directa de la intensidad de radiación UV, la convención en los museos ha sido su medición en relación a la intensidad de la luz, en unidades de microwatts (de UV) por lumen (de luz), abreviado como µW/lm.
Esta proporción es mucho más útil que la medida directa de radiación UV.
El punto de referencia es de 50 lux en la iluminación de museos
Hace más de 70 años, se investigó por primera vez sobre las pautas para la iluminación en los museos, cuando la ciencia del color ya había establecido que 50 lux era suficiente para asegurar que el ojo humano funciona bien dentro del rango de la visión de los colores. Por su parte, la conservación adoptó este antecedente como punto de referencia para los museos.
Desde entonces, el público se ha quejado por los bajos niveles de iluminación de las exhibiciones. Aunque nuestra consideración por el futuro observador siempre nos forzará a utilizar bajos niveles de luz para algunos materiales, es necesario poder comprender la validez de la afirmación: “no puedo ver los objetos”.
En los años 80 se realizó una descripción más precisa de nuestra capacidad para ver a 50 lux, la cual no solo se centró en la capacidad del ojo humano de discriminar diferencias entre muestras de colores, sino que también en la de ver los pequeños detalles de un objeto. A partir de esto, se concluyó que una persona joven (25 años) al observar un objeto de color moderadamente claro, con un grado moderado de detalles en un patrón algo complejo y en un período razonable de tiempo, sería capaz de ver todos los detalles casi tan bien a 50 lux como bajo la luz del sol.
Desafortunadamente, no verían aquellos detalles tan bien como a la luz del sol si el objeto es oscuro, si los detalles son muy sutiles, si el patrón que se está buscando dentro de los detalles es imperceptible y si el tiempo de observación es limitado. Por otra parte, alguien de mayor edad (65 años) necesitará varias veces más luz para ver igual de bien que una persona más joven, inclusive si contara con todas las correcciones ópticas necesarias, como por ejemplo gafas. Recientes investigaciones han demostrado que nuestra capacidad para discriminar grandes trazos de color, disminuye a medida que envejecemos.
Fin primera parte, continua leyendo en Iluminación de museos (Parte 2)
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