27 Mar La biomasa, pilar de la economía circular
A finales de 2015, la Unión Europea anunció un plan que rompía con la manera de entender el mundo hasta ahora: se trataba de su Plan de Acción para una Economía Circular, una estrategia totalmente innovadora de trasladar nuestra manera lineal de consumir y producir residuos hacia un círculo perfecto en el que recursos y materiales estén en constante reutilización. ¿Qué papel juega la biomasa en esta ecuación?
Para una sociedad que está acostumbrada a la comodidad y los aspectos positivos de una economía lineal, la transición a un sistema circular puede resultar, como mínimo, un desafío. Y es que ya como concepto resulta bastante joven: solo a principios del pasado siglo XX, la gestión de nuestros residuos pasó a ser una acción a gran escala, con el objetivo de evitar enfermedades dentro de una comunidad.
No sería hasta la década de los 80 cuando apareció cierta voluntad social de incluir el reciclaje y el impacto en nuestro ecosistema en las agendas políticas de organismos como la Unión Europea. Es esta organización, precisamente, una de las que más está aunando esfuerzos en la dirección de una economía sostenible e hipocarbónica, que, además, sea competitiva.
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Apuesta por nuestros recursos biológicos: la biomasa
Uno de los pilares sobre el que se asienta un sistema de economía circular es el de los bioproductos. Con el fin de encontrar alternativas a los productos derivados del petróleo y demás formas de energía tradicionales, esta opción parece una de las más sostenibles.
Es aquí precisamente donde entra en juego la biomasa, una materia orgánica que tiene un origen vegetal o animal, incluyendo sus residuos y desechos orgánicos, y que puede ser aprovechada como recurso energético renovable.
No obstante, y aunque la reutilización de los residuos es medianamente reciente, la biomasa ha servido como recurso energético desde hace siglos. Su declive vino determinado por la normalización de la energía fósil. Hasta hoy, momento en el que algunas circunstancias como el encarecimiento del petróleo y el cambio climático han animado a reunir fuerzas en búsqueda de una fuente de energía limpia y renovable.
“Cerrar el círculo” desde la Unión Europea
Desde la UE, y dentro de su Plan de Acción para una Economía Circular, la biomasa se erige como un sector esencial con sus propias especificidades que han de tratarse al detalle.
Uno de los primeros retos que puede afrontar la bioenergía es el riesgo de llegar a una situación de sobreexplotación de nuestros recursos naturales, ya bastante olvidados por parte de la industria actual. La biomasa, sin control, puede llegar a ejercer una presión insoportable para nuestros bosques.
Esto haría necesaria una sinergia de fuerzas que aseguraran la viabilidad de una economía sostenible. Esta “bioeconomía” se asentaría en políticas energéticas que prevengan un colapso y que garanticen la coherencia, la eficiencia y un funcionamiento coordinado y gradual entre los recursos.
De esta manera, muchos de los actuales residuos agrícolas, industriales u orgánicos dejarían de desperdiciarse, poniendo punto final al círculo de la economía, y optimizando el valor de los desechos que producimos y que, a nivel individual, no tenemos manera de reaprovechar.
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